miércoles, 1 de octubre de 2008

Pablo

...y acomodando nuevamente sus maravillas, prosiguió su senda esquivando huellas para no resbalar en el fango que ya sabía. Su carga intacta como siempre, ilusionando su futuro mientras sus piernas fatigadas simplemente soportaban el precioso tesoro. Así fue como tropezó con Pablo, un joven pero sabio pronosticador de fantasías y restaurador de quimeras (cuando las urgencias así lo demandaran). Sin más, éste examinó cuidadosamente su carga y, desplegando todo su oficio, sonrió señalando una calle colmada de "piedras" iguales a sus maravillas...

...vació su morral, miró a sus espaldas y reanudó su camino con sus fibras musculares agotadas, pero increíblemente fortalecidas por aquel peso...

No hay comentarios: