domingo, 2 de marzo de 2008

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El telón de lluvia pareció más pesado esa vez y por horas el reclamo de las chicharras, confundía más al sol que salpicaba torpemente el lomo de los cúmulus sin poder atravesarlos. El retorno será más que húmedo, pensó con cara de maldecir. Fútil fumar sin paraguas y mirando con cierta envidia las descaradas chimeneas, se entregó al abismo infinito de su ruta... caminó las cinco cuadras de siempre y llave en mano, arribó a su morada empapada, malhumorada, perfecta. El flash de la vieja Zenit la cegó y sorprendida por el instante comprendió, la necesidad de eternidad de ese momento de lluvia y blusa traslúcida...

2 comentarios:

principio de incertidumbre dijo...

Qué bueno andar por la lluvia con la camisa mojada.


Yo no recuerdo jamás haberlo hecho.

Me pondré en campaña (de sueños se vive)
:)

silente dijo...

Principio: yo recuerdo varias oportunidades en que la lluvia me empapó la camisa o la remera. Lo que no recuerdo es haber causado ningún asombro en los que me vieron... :(