domingo, 25 de mayo de 2008

Como un final inquisidor, me devolvió todo lo que pudo, pero aquella canción que escribí bajo la luz del alma, cerró el círculo inmune al retorno. Sentí el rechinar agudo de una extraña libertad, ésa que duele y se instala en cada partícula encapsulándose bajo la piel. Imaginé entonces que nada más podría resonar en mi frecuencia y la relación materia-alma-deseo volvía a formar parte de una vieja ecuación irresuelta. El dique de contención lacrimógeno apunto de ceder, las coordenadas precisas, el tiempo quieto y absoluto, todo un limbus apunto del derrame...sin embargo, una leve sonrisa tersó mi cara cuando imaginé sus labios devolviéndome cada beso

3 comentarios:

Xi dijo...

Tristelindo. Así. Todojunto.

Qué mezquindad, las devoluciones. Aunque simule lo contrario. Lo recibido se guarda, lo dado ya se dio (y ya cedió). Entonces, cajoneras vacías y el alma como un agujero negro hasta nuevo aviso.

Bálsamo de naranjas y vainilla para el corazón.

Y abrazos cronopios.

Sara dijo...

Tres variables que convierten la ecuación en casi irresoluble. Difícil....muy difícil. Mejor reducirla a dos y probar.

Una leve sonrisa (sin pretenciones de abrir compuertas que lo inunden todo)

silente dijo...

Xi : Concuerdo con vos, pero si algo me han de devolver, prefiero sea en forma de besos. :)

Vainilla y naranja saben bien.

Beso invernal.

Sara: Tan difícil como humana.

Me quedo con esa sonrisa si me lo permites...